miércoles, 7 de noviembre de 2012

EL VALOR DE LAS ETIQUETAS



<<…El UPyD es Franco “revivío”…>>…Esa es la última perla que he escuchado sobre nuestro partido. Me lo contaba un compañero, que se lo habían dicho, sin mediar provocación alguna, el otro día, mientras a su interlocutor se le marcaban las venas del cuello y se le crispaban las manos… ¿De dónde sale tanto odio? – me pregunto-. Desde que me lo contó no he podido dejar de darle vueltas… ¿Por qué ese empeño en estigmatizarnos? ¿Tanto miedo nos tienen?

Desde las dos vertientes nos lanzan dardos. PP y PSOE, por igual, andan perdidos intentando encontrar por dónde meternos mano. IU arremete coceando y hasta el Partido Andalucista, en las últimas autonómicas, nos metía en el mismo saco de los otros tres.

Andan descolocados –digo-, mientras intentan colgarnos algún sambenito político: El PP nos manda a la extrema izquierda -no vayamos a robarle votos- ; y el PSOE a la extrema derecha –imagino que por el mismo motivo-. Y como son motivos, precisamente, lo que no les damos, pues se los inventan. Deben pensar que si una mentira se repite muchas veces, se convierte en realidad. Por suerte, en eso, se equivocan.

No se dan cuenta de que somos todos y ninguno, de que si de verdad quieren estamparnos un marbete, éste sería el del “sentido común personificado”…

Pero no…, ellos mientras, a lo suyo, a lanzar mierda –con perdón-, como si al buscarnos una etiqueta intentaran construir una generalización de las conductas de cada uno de los miembros de UPyD, adscribiéndonos, según su criterio, a esa totalidad negativa que ellos aborrecen (Franco, en  el ejemplo arriba expuesto) y ensombreciendo aquellos comportamientos competentes de nuestros referentes políticos, que de forma individual y colectiva,  con sus acciones y propuestas, desmienten esa etiqueta.

PP y PSOE, con sus etiquetas no dan información, no explican nuestra postura política, no profundizan en los valores que defendemos, ni siquiera profundizan en nuestros defectos, que seguro que también los tenemos. Lo único que hacen es improvisar una explicación causal, ficticia y circular:
 -<<UPyD es de izquierdas>>
-<<¿Y cono sabe usted que es de izquierdas?>>
-<< ¡Ah! ¡Muy fácil! Porque lo fundó Rosa Díez tras salir del PSOE>>…
-<<UPyD es de derechas>>
-<<¿Y cono sabe usted que es de derechas?>>
-<< ¡Ah! ¡Muy fácil! Porque lo fundó Rosa Díez tras salir del PSOE>>…

Lo que no saben es que en su empeño por colgarnos una etiqueta, al intentarlo tan afanosamente, lo único que consiguen es “entrenarse” en la búsqueda de déficit y errores, cuando les sería mucho más provechoso hacerlo en el rastreo de habilidades, competencias y recursos atesorados en cada uno de los elementos constituyentes de la sociedad. Esa misma sociedad, que ya no cree en la clase política, y que vive con desencanto la guerra de intereses partidistas en la cual andan inmersos. Dicho lo cual, sólo los empobrece y desmerita.

Quizás esperan, ilusoriamente, que UPyD, por ser blanco de sus nefastos deseos, adquiera los comportamientos inadecuados de las etiquetas de que es objeto, y se plasmen en la teoría de <<la profecía cumplida>>, con la consecuente perpetuación del estereotipo.

En realidad el mundo de las personas es mucho más complicado, si bien es un mundo, de espejos disfrazados de realidades seductoras, donde saber qué se es realmente, se hace harto difícil. En este mundo, UPyD representa a todos aquellos que cansados de derechas e izquierdas inmovilistas, apuestan por un cambio de rumbo en la gestión política y administrativa del país. Por una España abierta y plural. Una España de todos, donde la IGUALDAD sea el principio ideológico matriz, a partir del cual se desarrollarán todas las demás competencias.

UPyD es la formación, que cansada de las “fronteras partidistas” tiende puentes a favor del colaboracionismo, argumentado desde las políticas activas y no sobre el mercadeo con cargos públicos; y al que le da igual el interlocutor (izquierda o derecha), porque lo único, lo real, en definitiva, lo verdaderamente importante, son los ciudadanos.


Enrique Javier Valdivia Ocón